lunes, 29 de agosto de 2011

...¡y llegó el día de coger nuestro vuelo!

Así fue. Llegó por fin el día que debíamos partir hacia Nueva York. Vuelo directo desde Barcelona, sin escalas.

Habíamos estado discutiendo los cuatro durante el día anterior sobre qué hora quedábamos para ir al aeropuerto del Prat. Dos de nosotros éramos partidarios de quedar a las 9.00 a.m y los otros dos a las 9.30. Querían media hora más para dormir (?) y nosotros queríamos llegar con tiempo, sin prisas de última hora y sin arriesgarnos a nada. Al final quedamos a una hora intermedia...

Como no, ese día llovía ><. Íbamos en dos coches (dos y dos), llevados por un amigo y el padre de uno de los chicos. Había venido también mi pareja para despedirse de mí en el aeropuerto, y ya de paso, todo sea dicho, ayudarme con las maletas =P (¡gracias!).
Llegamos al aeropuerto y fuimos a buscar las taquillas correspondientes de Delta AirLines (AirFrance). Enfilados ya para coger billete, facturar maletas, pasar controles, etc. nos despedimos de ellos y empezamos a hablar con una de las chicas de la compañía.
" Tengo que haceros las preguntas de rigor ¿Hacia donde váis?, ¿por qué?, ¿qué lleváis en las maletas? ¿Algún objeto punzante que pueda usarse como arma? ¿Algún líquido en el equipaje de mano que sobrepase los 100ml? ¡Uy! esos candados que lleváis no están estandarizados en Estados Unidos, si no son TSA y ven algo sospechoso en vuestra maleta, como no los podrán abrir, tienen derecho a romper vuestras maletas"
¡Primer susto! nos quedamos mirando el chico que había comprado conmigo su maleta y yo ... pensando "¡nuestras maletas nuevas! ¿qué hacemos?" ... "Yo no lo quito" - dije - "prefiero esto, que puede que no pase nada, a dejarla sin candado y que la pueda abrir cualquiera". Los dejamos puestos... ¡que pasase lo que tuviése que pasar!

Nos sacó los billetes de avión la misma chica y nos dispuso a facturar. Sin ningún otro problema y con la maleta ya facturada fuimos a pasar el control... todo bien. El avión salía a las 11.20a.m., pero casi no tuvimos que esperar para subir al avión, abrieron la puerta de embarque y buscamos nuestros asientos. ¡Nos esperaban 8h de vuelo antes de llegar a nuestro destino!

Tuvimos que esperar unos 30 min. a que llegaran 4 personas, lo de siempre... y después del retraso ya despegamos. El avión tenía en cada asiento una manta de viaje, almohada y su pantallita con juegos, películas (la mayoría en inglés), música... así que me pasé parte del viaje jugando y durmiendo a ratitos.
Tengo tendencia a coger migrañas, pero los ratos que dormí me sirvieron para quitar el dolor de cabeza que me habían causado los nervios y los movimientos del despegue, por suerte no fue a más. Mientras tanto, cada 3 horas aproximadamente nos iban dando comida, bebida, pica-pica... lo último fue un burrito (de estos que vienen envueltos ya prefabricados) que me gustó mucho, pero no lo encontré allí... (tendría que haberle hecho una foto porque ahora no me acuerdo de la marca...¡qué fallo!).

¡Por fin, habíamos llegado! Veíamos el aeropuerto (J.F.K.), con muchas ganas de pisar tierra firme. Allí hay 6 horas de diferencia con España, por lo que en vez de ser las 7 de la tarde eran las 14.00h, seguía siendo de día, y teníamos toda la tarde por delante... bueno, eso pensábamos...

Nada más bajar del avión, seguimos a toda la gente que estaba en nuestro mismo vuelo, las escaleras mecánicas no estaban funcionando... y llegamos a un pasillo donde se dividía la cola en residentes y extranjeros.
Esperamos, avanzamos...esperamos... ¡el pasillo que parecía que no iba a acabar nunca! y llegamos a las taquillas, donde había que hacer el triple de cola antes de poder recoger nuestras maletas.
Aquí es donde hacen de nuevo las preguntas para poder entrar en su país: te preguntan tu nombre, apellidos, motivo del viaje, te toman las huellas dactilares de ambas manos y una fotografía. Ya te tienen fichado.
La ventaja de todo esto, era que ya no teníamos que esperar a que salieran nuestras maletas, intuyo que hacía ya mínimo 1 hora que estaban ahí dando vueltas, aunque más que en la cinta, encontré la mía y la de mi amigo el del candado, tiradas por el suelo.

Después de comprobar que no estuvieran abiertas, ni rajadas, y de coger cada uno su maleta salimos a buscar un taxi para llegar al hotel. Hicimos un alto en los lavabos... ¡que raros! eran más alargados que los típicos que tenemos en España, como encharcados y con una cubierta en U, que no cubría la parte delantera... y no encontraba cadena ni botón alguno. Sí, eran automáticos (el susto que me pegué fue pequeño).

Al final salimos la zona de taxis y nos asaltó un señor, que nos vió pinta de extranjeros, y nos preguntó si necesitabamos transporte. Inocentes, dijimos que sí y pactó un precio, unos 60$ para los 4 (todavía no sabíamos nada de las tasas). Nos hizo esperar unos minutos, y volvió con varias personas, a las que también habría engañado, dos parejas y una señora. Nos llevó hacia el parking donde tenía la furgoneta... metimos las maletas y subimos. Creo que todos desconfiábamos un poco, porque no sabía dónde nos iba a llevar ese señor (aunque tenía cara de bonachón) ni si iba a ser la estafa del año, y así empezamos nuestra experiencia neoyorkina camino hacia el hotel.

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